martes, 31 de marzo de 2015

CINISMO EN EL MERCADO DE ARTE:


Por Gustavo Perino.

El mercado de arte está plagado de curanderos, en Argentina y en el mundo las decisiones del mercado de arte las siguen tomando un grupo de "expertos" que dicen tener los conocimientos para descubrir a ojo desnudo si una obra la hizo Berni, Kandinsky o Pollock.

En la realidad lo que poseen es una soberbia exacerbada por la impunidad que le ha convalidado el mercado durante décadas y la ausencia de profesionales serios que ofrezcan una alternativa.

La pericia forense, científica y profesional no tiene punto de comparación con la propuesta que dan las casas de subastas para determinar si una obra se venderá o no como auténtica.

Teñido de sospechas, el mercado actual del arte determina si una obra será vendida o no de acuerdo a antecedentes (en su mayoría apócrifos), la cara del vendedor, la necesidad de concretar un negocio, la “importancia” de su procedencia etc. Nunca está en consideración el bien preciado, la obra en sí. Esta no importa, si puede ser un objeto vendible por su "pedigree", lo único que desean estos actores del mercado es hacer un negocio jugoso y rápido… y la ética? ¿Cuál ética? Es un valor que no está presente en la mayoría.

Cuando estos "expertos en arte" se encuentran con obras que no poseen antecedentes, se desorientan, no saben qué CINISMO EN EL MERCADO DE ARTE:

El mercado de arte está plagado de curanderos, en Argentina y en el mundo las decisiones del mercado de arte las siguen tomando un grupo de "expertos" que dicen tener los conocimientos para descubrir a ojo desnudo si una obra la hizo Berni, Kandinsky o Pollock.

En la realidad lo que poseen es una soberbia exacerbada por la impunidad que le ha convalidado el mercado durante décadas y la ausencia de profesionales serios que ofrezcan una alternativa.

La pericia forense, científica y profesional no tiene punto de comparación con la propuesta que dan las casas de subastas para determinar si una obra se venderá o no como auténtica.

Teñido de sospechas, el mercado actual del arte determina si una obra será vendida o no de acuerdo a antecedentes (en su mayoría apócrifos), la cara del vendedor, la necesidad de concretar un negocio, la “importancia” de su procedencia etc. Nunca está en consideración el bien preciado, la obra en sí. Esta no importa, si puede ser un objeto vendible por su "pedigree", lo único que desean estos actores del mercado es hacer un negocio jugoso y rápido… y la ética? ¿Cuál ética? Es un valor que no está presente en la mayoría.

Cuando estos "expertos en arte" se encuentran con obras que no poseen antecedentes, se desorientan, no saben qué hacer, no saben cómo justificar su negativa a recibir la obra. Eso si, dicen “No es” y cuando se les pregunta el porqué o se les pide que firmen y fundamenten sus sentencias no lo hacen. Simplemente porque no lo saben.

¿Qué importa donde estuvo esa obra anteriormente?, ¿Qué aporta si fue un regalo, un hallazgo o un buen negocio hecho entre privados? Si lo que verdaderamente debe importar es si la obra es auténtica o no y que no haya sido expoliada o robada.

Sucede que cuando hay ignorancia, se genera miedo a lo desconocido y como mecanismo de defensa se utiliza el recurso de rechazar de plano la alternativa y hacer todo lo posible para conservar intacto el status quo.

Se ha comenzado un camino, como en épocas remotas; los primeros médicos se deben haber enfrentado a la hegemonía de los curanderos, los Peritos de hoy con la ayuda de áreas interdisciplinarias como la conservación y restauración de obras de arte iremos lentamente (pero a pasos seguros) imponiéndonos con la verdad por encima de la circunstancia comercial.

Les dejamos un documental hecho hace unos años sobre una obra de Jackson Pollock (foto) que ejemplifica el grado de cinismo que poseen los “dueños del arte”. 

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